martes, 25 de enero de 2011

LA HISTORIA DEL RATÓN

Esta historia comienza el mismo día en que llegamos a Delhi, a la que iba a ser nuestra casa durante un tiempo.

Era de noche, nuestras maletas estaban en algún aeropuerto entre Madrid, Bruselas, Zurich y Delhi, pero yo tenía mi ordenador conmigo con mi fabuloso disco duro lleno de películas preparadas para entretenernos las horas, o tal vez días, de espera. Así que pedimos comida china por teléfono, nos sentamos en el sofá, encendimos el portátil y comenzamos a ver algo, no recuerdo qué exactamente. La noche prometía, agotados de treinta horas de viaje, duchados y bien cenados, todo marchaba lo más plácidamente que se podía imaginar dadas las circunstancias que nos rodeaban. Nada turbaría nuestro tan deseado descanso en nuestro nuevo hogar… Nos equivocábamos.

A mitad de la película percibimos algo en la puerta de entrada de casa. Movimiento, una presencia, algo estaba allí. Entornando los ojos cansados de la pantalla del ordenador llegamos a descubrir qué era aquello que se movía y que estaba entrando plácidamente en nuestra casa. Un pequeño ratón. Sorprendido de encontrarnos allí, como si fuéramos nosotros los extraños, y de hecho lo éramos. Esa había sido su casa ni se sabe desde cuando y ahora nosotros la habíamos ocupado sin pedir permiso. Trató de dar media vuelta, pero ya era tarde, se encontraba en mitad del salón. Optó por continuar tranquilamente a su destino, la cocina. Nosotros casi sin inmutarnos nos quedamos mirándolo, mirándonos el uno al otro con estupefacción, como si aquel suceso hubiera sido parte de la película. Quién sabe, ahora con esto del 3D se hacen maravillas…

La situación nos provocó las primeras carcajadas en India, gracias a dios no serían las últimas. No podíamos precisar si lo absurdo de la situación era lo que nos daba risa o el hecho de que ninguno de los dos hubiéramos reaccionado, como si tomáramos al ratón como algo normal o habitual en nuestras vidas. También podía ser que el cansancio y la somnolencia nos mantuvieran aletargados. No lo sé.

Tras un pequeño debate decidimos que ese animalito vivía allí y que tendríamos que marcar un perímetro y unas normas de convivencia para cohabitar todos en paz y armonía. Lo primero era ponerle un nombre, puesto que él no se presentó, y lo bautizamos, de una manera tan original, como Miki.

La noche pasó y un nuevo día comenzó tras aquel incidente.

A partir de entonces vendrían un montón de carreras locas de la entrada a la cocina, de debajo del frigorífico a debajo de la lavadora y viceversa… Y nunca hizo nada que demostrara que subía a los estantes donde está nuestra comida o donde guardamos la vajilla, nada, ningún mal comportamiento ni acción que nos hiciera cuestionar la convivencia. Su terreno era la trasera de los electrodomésticos grandes y el camino de acceso a ellos por el suelo. Yo temía que mordiera cables o cosas de ese tipo, así que de vez en cuando chequeaba, pero nada, ningún problema. Parecía como si sólo viniera a dormir. Y siempre venía solo.

Firmamos un tratado de no-agresión y la convivencia no cuestionaba mayores problemas que el verlo llegar a casa de noche y salir de día.

Pero con el tiempo y la confianza las carreras y sus estancias fueron haciéndose más largas. Comenzó a entrar en el dormitorio, a meterse en los armarios donde estaba nuestra ropa, se colaba debajo del sofá… Se paseaba con una soltura que ya no le hacía falta ni correr. Andaba tranquilamente porque sabía que no le íbamos a decir nada, incluso a veces le dejábamos alguna esquina de corteza de pan o queso a su alcance. Le habíamos malcriado.

Pero todo seguía bien, no mordía nada, no estropeaba nada, no veíamos cagaditas por ningún sitio, así que parecía que el tratado de no-agresión funcionaba. Aunque flipáramos con su actitud, a veces casi desafiante, de andar como si él pagara las facturas a partes iguales y un pedacito de aquella casa le perteneciera.

A veces cuando iba a cerrar la bolsa de la basura, salía de dentro dando un bote y me dejaba a mí al borde del infarto. Era pequeño, pero matón…

Pasó el tiempo sin incidentes hasta que llegó un día en el que encontré un caramelo de tofee mordisqueado en una esquina de la encimera de la cocina. Eso significaba que podía subir a los estantes superiores y acceder a la comida. Había que hacer algo. Pero, ¿quién es capaz de matar a un animalillo tan pequeño y que además el cine de animación tantas veces nos lo ha presentado tan carismático y simpático? Es algo que llevamos dentro, vemos a ciertos animales como si fueran casi humanos o los convertimos en personajillos amables y graciosetes, obviando que pueden acarrear enfermedades o problemas mayores.

Ninguno de los dos fuimos capaces de tomar una decisión que terminara con aquella situación. Sobretodo oyendo a nuestro vecino contar la historia de cómo dos días antes había comprado unos pastelillos envenenados y había acabado con tres congéneres de Miki. La idea de recoger su cadáver me aterrorizaba.

Una vez más el tiempo pasó, y tampoco encontramos más pruebas de que estuviera actuando incorrectamente. Incluso cuando nos ausentamos en navidad durante veinte días todo lo encontramos como lo habíamos dejado.

Pero al final llegó el día…osó mordisquear uno de los croissants de desayuno de Teresa, esos que cuesta tanto comprar en nuestro barrio. Y el Apocalipsis llegó!!! No podía ser, de todas las cosas que podía haber roído tuvo que ir a por los santísimos y sagrados cruasanes… Ahora sí que había que tomar medidas, aunque fueran drásticas.

Compra del pastelillo envenenado, su colocación, búsqueda del cadáver y eliminación de pruebas, esos eran los pasos a planear. La táctica debía ser infalible, no queríamos que sufriera ni que agonizara en el fondo inalcanzable de un armario. Iba a ser duro, pero llegados a este punto había que hacerlo…

Anteayer por la noche diseñé el plan, por la mañana compraría el pastelillo y después ya veríamos.

Por la mañana temprano, a las ocho, me desperté y descubrí que el paquete de deliciosos noodles de arroz con huevo made in thailand que tenía guardados para una ocasión especial estaban mordisqueados en un lateral…noooooo!!!

Su hora había llegado. Bajé a la tienda a por el pastelillo y no quedaban, tendría que esperar un día más. Mejor para él. Volví a casa, me senté delante del ordenador y de repente oí sus ruiditos típicos en la cocina. Estaba metido en una bolsa de plástico vacía.

La agarré con un rápido gesto, le hice un nudo y salí victorioso al salón con mi trofeo. Lo teníamos y estaba vivo!! Decidimos bajarlo a la calle y soltarlo en el bosquecillo que rodea nuestro edificio con la esperanza de que empezara una nueva vida y de que no conociera el camino de regreso a su/nuestra casa.

Ojalá todo le vaya bien, que conozca a una ratona y tenga familia. Siempre será como un hijo para nosotros.

Estés donde estés Miki, te mandamos un beso de todo corazón.

lunes, 24 de enero de 2011

RECOMIENDO (QUE NO ES COMER DOS VECES)

Queridos amigos y lectores, sé que esto empieza a parecer un blog de viajes más que un blog de India… No recuerdo con qué intención lo comencé, pero creo que tampoco importa no? Dejémoslo en que es un diario corriente de una vida común en un mundo cualquiera.

Recomiendo a todo aquel que piense viajar hacia el sureste asiático que tenga cuidado con las escalas de sus vuelos. Por qué? Nunca, repito, nunca se os ocurra tener que parar en el aeropuerto internacional de Dhaka en Bangladesh. Aunque sean solamente un par de horas. Me explico:

Las zonas de tránsito están vacías, y los pocos lugares que hay habilitados para sentarse están tomados por lugareños u hombres de las zonas colindantes en espera de sus vuelos. Poco hay que decir de su actitud en todos los aspectos, desde higiene hasta miradas a las pocas mujeres que se ven en esta situación en este aeropuerto.

Las tiendas o duty-free brillan por su ausencia tal y como las conocemos. Hay algo parecido que vende básicamente tres marcas de whiskey entre cuatro de cigarrillos y una bochornosa y triste colección de souvenirs baratos, colonias de mercadillo y chocolates caducados. Todo con sus etiquetas del precio amarilleadas por el tiempo y su capa de polvo de regalo.

Una tienda de libros que conoció mejores días, un par de cafés sin mesas ni sillas y donde casi no hay opciones de tomar nada, una zapatería de diseño local y otro par de negocios cerrados, en obras o vacíos.

Y el restaurante, y digo el, por que solo hay uno: Spices. Un lugar terrorífico donde los camareros gritan a los clientes mientras se encaran con ellos. Donde la carta consta de cuatro platos típicos de la zona y unas especialidades internacionales que curiosamente no sirven. Aunque lo mejor de este lugar es el agua… Botellas de plástico de la marca local sin su etiqueta pero cerradas con un tapón de Sprite. No creo que fuera rellenada del grifo…no? jajajaja

Y oscuros pasillos con cables colgando de los techos, obras en mitad de cualquier sitio sin señalizar, aires acondicionados a tope (aunque fuera estuvieran a 2 grados), papeleras que nunca fueron vaciadas y ceniceros rebosantes de colillas y otros asuntos, algunos escupitajos difuminados por las paredes…

Estoy seguro que estáis deseando ir a verlo con vuestros propios ojos. Pero también os estaréis haciendo una pregunta: Y los baños?

Como dicen que una imagen vale más que mil palabras ahí va:

Estos son los servicios de caballeros. No era hora punta, no había huelga de limpiadores, ni había un vuelo lleno de orcos hacia Mordor haciendo escala. Ni siquiera estábamos allí más de 2 aviones simultáneamente como para ser tan incivilizados como para entrar en tropel y dejar los servicios de esas maneras. Bueno, siendo realista, tampoco es que las instalaciones fueran muy nuevas o estuvieran en buen estado.

No es que yo tenga el culito de un príncipe ni no tenga suficiente mundo como para asustarme de algo a estas alturas, pero esto es algo para rememorar. Si pensamos que es un aeropuerto internacional y que como tal debería reunir unas cualidades específicas o unos aspectos estándar en referencia a sus servicios…

Ya sé que estaréis pensando que soy un exagerado…que tampoco es para tanto… Vale, tal vez la foto no sea suficiente. Falta la descripción de lo que había tras la puerta cerrada de la derecha, los tonos ocultos entre los grises de las baldosas, los aromas que rodeaban la escena, los lavabos en sí (de los cuales no hay foto puesto que huí del lugar del crimen), la montaña de basura con desechos celulosos húmedos y enmohecidos arrinconada al lado de la entrada… Joder, si me están volviendo las arcadas!!!

Basta ya!! Os hacéis una idea no? Pues eso. Una guarrada superior no propia de un lugar con la clasificación de Aeropuerto Internacional.

Como para estar allí 15 horas de escala más retrasos por niebla...diversión a tope!!

Pero bueno con un poco de suerte y tiempo si viajáis un poco más tarde os encontraréis esto:

http://bangladesh.pordescubrir.com/nuevo-aeropuerto-internacional-2011.html

Parece que todo va a cambiar y para bien además. Ojalá el tiempo deje este escrito mío como una simple anécdota del pasado que nunca volverá.

Deberían ponerles estrellas a los aeropuertos como a los hoteles y tenedores como a los restaurantes? No lo sé, pero esta es mi recomendación. De estomago y de corazón.


martes, 18 de enero de 2011

EL PRODIGIO

La fortuna de haber presenciado un evento ocio-cultural sin precedentes en Delhi y haber formado parte de él aunque fuera como público.

Invasion Festival con Pendulum que actuarían como djs no como banda, acompañados por un dj griego, la banda Pentagram y un par de actuaciones de djs locales con reputación. Y Prodigy de cabeza de cartel… Y todos a hacer el indio!!!!

La organización era bastante buena y el montaje superior. Lástima que todavía haya cierto tipo de restricciones morales y hubieran habilitado una zona para tomar alcohol (ese oscuro y malvado brebaje que distorsiona la mente de las personas rectas), fuera de la zona donde estaba el escenario. Así que salías, te tomabas una copa a toda velocidad y volvías corriendo para adentro a seguir botando.

Así me salían luego las fotos….

Otro detalle curioso era que en la entrada los tipejos del control de seguridad te requisaban el tabaco…pero nada más entrar tenías un stand de una famosa marca de cigarrillos (no es momento de hacerles publicidad gratis a esos cabrones). Excelente técnica comercial aunque vergonzosa. Los máximos beneficiarios fueron los de seguridad que volvieron a sus casas con tabaco para el resto del año.

Qué decir del horario infantil de todo el evento. Para las 10 en punto de la noche todo acabó y así todos pudieron volver a sus casas y a su rutina a una hora prudente.

Apunte: todos los pobres, miserables y necesitados de la zona se apostaron en el acceso de entrada y en las taquillas para ver si para ellos también sucedía un prodigio ( http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=prodigio ) y recibían unas monedas extras aquel día.

sábado, 15 de enero de 2011

Y QUE DECIR?

Este post es del día 4 de Enero de 2011

O que contar cuando uno viene de pasar el mejor cumpleaños de su vida en los templos de Angkor en Camboya y las navidades en las playas de Tailandia. Vosotros habréis tenido también unos buenos días de reuniones familiares en torno a grandes mesas con copiosas comidas y cenas. Ya. Bueno, es lo habitual en esas fechas, no?

La realidad es que nada más aterrizar en el aeropuerto en Delhi recibí dos bofetadas en la cara. Como si fuera un buen cristiano, una por mejilla.

La primera fue de frío, la temperatura era de casi bajo cero y veníamos de estar a una media de 30 grados, así que el contraste fue brutal. Pero más brutal fue la otra bofetada, la que me devolvió en un instante a la realidad que aquí se vive, la que te rodea.

Justo en la salida del aeropuerto una veintena de niños rodearon al taxi en el que íbamos. Y no venían a darnos una calurosa bienvenida. Iban vestidos (por decir algo) con harapos, sucios y descalzos. Desnutridos, con la cara llena de suciedad y heridas. Sus ojos no brillaban, estaban pidiendo limosna o se llevaban las manitas vacías a la boca en gesto de hambre, chapurreando unas pocas palabras en inglés con un ritmo lastimero.

Sucios, desnudos, hambrientos, muertos de frío, desesperados, sin fe y sin esperanza.

Una náusea atravesó mi cuerpo desde lo más profundo de mi conciencia. Una vez más la realidad supera a cualquier tipo de ficción.

Es bonito ver desde nuestra ventana que es navidad, tiempo de paz, amor, confraternización, regalos y comilonas…. Tiempo de frivolidad, de mentiras, de abusos, de egoísmo. Cada cual a lo suyo. Cada cual que se lo monte como pueda. Cada cual que haga lo que le dé la gana. Cada cual que cuide de su propio culo. Cada cual que mire su propia conciencia.

Venía de ver un montón de Budas de oro en Tailandia y no podía dejar de pensar en los tesoros del Vaticano… ¿Nos estaremos equivocando al abrazar religiones y creencias que hacen del brillo del amarillo metal una fe a seguir? ¿No será que entre leyendas de seres medio humanos y medios animales algo se nos escapa? ¿Es más importante sentir la espiritualidad de un camino a ver las piedras que hay en él? ¿Qué más da si hay algo después o no? ¿Y el sentido de la vida?

Demasiadas preguntas que llevan siempre al mismo punto. El egoísmo de uno mismo y la obligada necesidad de saber. Nos debería bastar con ser conscientes de lo que hay a nuestro alrededor y que podemos sentir con nuestros cinco sentidos primarios. Pero no, tenemos que saber, encontrar respuestas que no nos satisfacen. Buscar un camino…

Queda muy bonito sobre el papel, muy espiritual. Las personas se enorgullecen de haber encontrado su lugar en la vida, en el cosmos. Presumen de ser buenos esto o lo otro.

Y en realidad no se dan cuenta de que no es verdad. Nada es real.

¿No es mucho más fácil tratar de que todo vaya bien simplemente no haciendo daño a nada ni a nadie y ayudando en todo lo posible a la persona que tenemos a nuestro lado?

No son pensamientos complicados, simplemente realistas con lo que me rodea.

Para que luego lleguen los flipados de turno hablando de la espiritualidad y la magia de la India. Viajeros que ven lo que quieren y recuerdan lo escogido cuidadosamente. Gentes que emborronan de sonrisas esas caras tristes. Venid, venid a ver a esos niños. Y después hablamos, pero de verdad, de realidades. De hambre, de frío, de soledad. Para ellos no hay futuro.

Mientras sigamos adorando a ídolos dorados o tipos en una cruz o incluso a objetos con una manzana con un mordisco nada cambiará.

Ante eso ¿que decir?