Allí donde el Ganges comienza su deterioro, donde los extranjeros buscan su yo(ga), allí donde las playas son grises, allí donde el tiempo se para, allí está Rishikesh.
Un bonito lugar para dejar girar las manecillas del reloj sin que nada importe y sin preocupaciones. Sentarse o tumbarse en la arena gris de las playas del Ganges a su paso por este lugar es una de las experiencias más mágicas de este sacrosanto país. Y digo playas porque así se las conoce. A orillas del río grandes zonas de arena fina y gris incitan a pasar horas sin nada que hacer. Ya me lo dijo mi amigo Johannes, te va a encantar. Así es.
Como no, mejor olvidarse de la ciudad y sus calles. Tumultuosas, sucias y ruidosas como cualquier otro lugar de India. Pero allá donde el río Ganges baña la costa… Ahí se encuentra el placer, la belleza, el éxtasis de la paz. Estaréis pensando que me he pasado al lado oscuro, pues no. Aquí se respira paz. Da igual si es con el fresco azul del amanecer o con los rojos cálidos del atardecer. Relax, calma, quietud, el ruido del agua helada, aire bastante limpio, el fondo montañoso…
Tuve la enorme suerte de ir acompañado de cuatro de las mujeres más maravillosas que he tenido la suerte de conocer en esta vida. Tal vez eso también le diera un punto extra a la experiencia.
Lo que resultó complicado pero hilarante fue comer. En un lugar a los huevos fritos los llamaban revueltos y a los revueltos, fritos. El mundo al revés. Y en otro lugar entienden un buen desayuno como cuatro huevos fritos y un kilo de patatas por persona para empezar el día. Menos mal que nos dio por reír y no llorar.
A unos pocos kilómetros se encuentra el pueblo de Haridwar, donde los extranjeros están un poco más descolocados y donde las lindes del río están plagadas de gaths para la vida espiritual hinduista. Pero ahí se encuentra la enorme estatua de Shiva a orillas del Ganges. Por una vez no es de colorines y hasta te la puedes tomar en serio…
También hay que decir que Rishikesh es hoy en día como la Mecca del yoga para todos sus seguidores. Un centenar de ashram organizan aquí cursos y eventos. La ciudad también se llena de occidentales en busca de respuestas trascendentales para sus descarriadas vidas de tres comidas al día y comodidades electrónicas. Pero eso es otro rollo, a mí no me va la meditación, ni repudiar de mi pasado, ni quejarme de como vivo, ni rechazar lo que la tecnología pone a mi alcance. Me basto yo solo para saber de dónde vengo, a donde quiero ir y como quiero hacerlo. Aunque tenga miles de cosas claras, hay otras miles que ni sé, pero imagino como me gustaría que fueran. Y eso es suficiente. La espiritualidad es algo que se lleva dentro ( o no) y que cada cual maneja a su antojo.
Es un placer leerte y un honor salir de protas.
ResponderEliminarLa otra me esta diciendo que quiere cobrar derechos de autor por las photos, en vales de viaje, (a ser posible por el sur de la India, con el mismo guia)
Escribe mas a menudo, anda, que me gusta.
capullas pero si las fotos son mías!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarPara ésa del pelo verde y la otra: ¿cuándo os venís? Os echamos de menos. Qué bonita la foto con todas juntas. Ésa también la sacaste tú????
ResponderEliminarAins qué recuerdos!!! Y qué ganas de zamparme cuatro huevos fritos con bien de picante!!!
ResponderEliminarA ver la próxima para cuándo!