domingo, 26 de septiembre de 2010

COMO EN CASA

Así me siento a veces, como en casa. Pero durante las fiestas de San Fermín…

Me imagino a mí mismo sentado en esa murallita de piedra que da entrada a los baños de la Taconera. Veo el bullicio del ir y venir de las gentes, esa masa humana que deambula a veces sin sentido, y por supuesto sin orden, arrastrando consigo sus perfumes de sudor y exhalando bocanadas de alientos que convierten la atmósfera en vapor proveniente del mismísimo Infierno de Dante. Siento ese olor acre y hasta macerado que todo lo rodea de esa peculiar mezcla de desechos humanos que forman millones de orines y excrementos bañados en el cóctel de alcohol más variado del planeta. La basura agolpada en montones contra las esquinas esperando al eficaz servicio de limpieza sanferminero añade otra textura y su propia nota de color al conjunto. Ese aroma acompaña al individuo donde quiera que va por la ciudad. Y ese olor de las cocinas de esos camiones que montan restaurantes-barracas donde poder degustar (por llamarlo de algún modo), los pollos asados de antes de ayer y la paella de ni se sabe cuando. Un sabroso aroma a recocinado, a aceite un millón de veces filtrado y reutilizado, a churros añejos, a alimentos que conocieron días más frescos y a sudor de cocineros que confunden el hecho de lavarse las manos con un peregrinaje anual.

Se queda agarrado tan dentro del olfato que allí permanece por siempre jamás. Haced la prueba: cerrad los ojos, imaginad que el tacto del pañuelico rojo sudado os rodea el cuello, tratad de recordar esas canciones que suenan en la verbena de Antoniutti durante horas… el recuerdo del olor llegará en breve. Con toda su fuerza y sin pedir permiso entrará en vosotros tanto que parecerá real y no solo un recuerdo.

Bienvenidos a Delhi!!!

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