Reconozco que esta era una de las visitas que menos me apetecía hacer en este país alejado de la mano de Dios y de todo lo conocido. Lo afronté con cierta desgana y con la mente en blanco para recibir las bofetadas necesarias. No hace falta decir que soy escéptico de la religión, no confío en el ser humano y no acepto la sociedad india como tal se presenta. Pero no por ello no iba a dejar de darle otra oportunidad a este país…
El viaje desde Delhi fue como un suspiro, para cuando el avión despegó ya habíamos llegado. El aeropuerto de Varanasi requiere mención especial. Es pequeño y aparentemente limpio. Lo malo es que los viajeros deben cruzar la pista de vuelo andando unos 500 metros desde el aparato hasta la terminal, y eso a 40 grados es una maravilla para la aparición de la transpiración y las lipotimias. Bueno, tampoco es para tanto comparándolo con lo que venía después. Taxi prepago y el timo clásico de conductor de si quieres aire acondicionado pagas aparte más dinero… La carretera que enlazaba el aeropuerto con la city era un clásico en este país con más aspecto de camino rural que otra cosa. El paisaje era el habitual: tráfico en todos los sentidos de todo tipo de vehículos, animales en la calzada, puestos de comida y bebida, montañitas de desperdicios, gente yendo y viniendo.
Y de pronto te ves en medio de la nada y el todo, calles atestadas de todo lo imaginable e inimaginable, calor sofocante, ruidos, templos, figuras místicas y personajes místicos, vacas, colores, olores, gente, gente, gente…
Al final llegamos a nuestro hotelito al borde de un Gath a los pies del Ganges o Ganga como se dice por aquí. La habitación era la típica del Standard indio con sus rejas anti-mono en las ventanas y con un balconcito con vistas al río.
Lo primero que me agradó de este lugar era que nada de lo que había leído me iba a servir, porque realmente no lo estaba viendo. Nada de lo que esperaba encontrarme estaba allí esperándome. La coraza que mi buen amigo Al me recomendó que portara la dejé por el camino que lleva a los Gath que siguen continuamente al río de la vida de los hinduistas.
El paseo más agradable que he dado desde que estoy viviendo en India lo hice ahí, cruzando los sucesivos Gath viendo la vida que les rodeaba, desde niños y adolescentes jugando a cricket, mujeres lavando ropa, bueyes bañándose, barqueros atendiendo a turistas ofreciendo paseos por el río, perros, cabras y vacas dormitando sobre la caliente roca de las escalinatas, vendedores furtivos de hachís, marihuana y opio…

Y allí estábamos paseando como si el tiempo se hubiera parado aunque todo estaba en marcha, las cosas sucedían pero a bajas revoluciones, con la calma que diferencia a la sociedad india. Y el misticismo? Cada cual a lo suyo, o al menos eso me pareció a mí.
La religión es algo personal (o así debería ser creo yo) pero en este país un alto porcentaje de las cosas giran en torno a ella sin remisión, día a día, en cada lugar, en todas las esquinas. Sobretodo en Varanasi. Porque por aquí pasa su río de la vida, donde a sus orillas los verdaderos hinduistas son incinerados, donde muchos vienen buscando su camino, donde confluyen la vida y la muerte en igualdad de condiciones, donde la espiritualidad es algo que supuestamente fluye y se siente por todos los lados… Pues no. Es otro cuento más. Una vez más se demuestra que el dinero es lo que mueve a las sociedades, pero se maquilla con la religión o con otros pretextos. Donde haya negocio habrá alguien que se aproveche a costa de lo que sea o de quien sea, a cualquier precio y pasando por encima de lo que haga falta.
El principal Gath donde se incinera a los hindús se llama Manikarnika.
Aquí los más pudientes son colocados en la parte superior del Gath, mientras los miserables son colocados casi en el agua. Este dato me chocó, puesto que pensaba que cuanto más cerca del Ganga más pureza…pues no, el poderoso siempre debe estar en situación de altura respecto a los demás.
Hacer una pira funeraria acorde con el tamaño del homenajeado tiene un precio, depende de la cantidad y de la calidad de la madera a usar. La madera más exquisita es la de sándalo y por tanto la más cara.
El acto en sí es más ceremonioso de lo que parece. Las mujeres están vetadas porque dicen que si hay lloros el alma del muerto no se libera, y ya se sabe la debilidad del sexo débil por las lágrimas… Los familiares (masculinos evidentemente) se afeitan todo el pelo de su cabeza para la ceremonia. Enorme negocio el de los barberos también.
Tras la incineración hay que golpear el cráneo con una vara para romperlo y liberar así el alma. Esto lo suele hacer el primogénito. Y las cenizas y los restos son depositados en el río. Claro está que si el cadáver es de una persona con buena capacidad económica los restos son básicamente cenizas, pero en el caso de las familias que lo justo han podido pagar unos kilos de madera para la cremación los restos son de otra índole. Imaginaros.
Para los niños, asesinados, muertos en accidente, mujeres embarazadas, enfermos mentales o con deficiencias hay otro ritual que no incluye la cremación. Simplemente se les envuelve en una mortaja y se les arroja al centro del río con unos pesos para evitar la flotación. Aunque a veces el sistema falla y pueden verse cuerpos flotando hinchados o incluso en las riveras del río siendo alimento de perros, aves y otras alimañas. Eso si es algo especial, ver a tu familiar o ser querido devorado por las fieras… Gran religión que discrimina el trato a tu cuerpo según haya sido tu vida o tu muerte.
Mucha gente pobre recoge restos de madera de otras piras para usarlos en la de sus familiares o incluso piden dinero para comprarla. Nosotros nos encontramos a una familia al completo que había ido hasta Varanasi para darle el sagrado fin a un familiar. Habían gastado todo su dinero en el evento y no tenían dinero suficiente para volver a sus casas. Allí estaban sentados con las maletas a la orilla del río pidiendo limosna para el autobús.
También hay una especie de asilo para ancianos en este gath donde están esperando su momento y con la fé puesta en la limosna de la gente para poder reunir el dinero suficiente para su propia pira.
En el gath anexo, el espectáculo llega al atardecer, con las reuniones masivas para la pooja. Las poojas son las oraciones y celebraciones de los hindús. Todo un espectáculo de luz y sonido entre la masificación del gentío y el enaltecimiento de la fé. Por supuesto aquí también hay zonas reservadas para la chusma y los vip. Los extranjeros mejor lo vemos desde una barquita en el río, alejados del ruido y la multitud. Sobre esta cuestión no puedo hablar más porque no considero los oficios religiosos (sean de la religión que sean) algo provechoso para la Humanidad.

A parte de todo esto puedo añadir un par de lugares cuando menos interesantes para comer o cenar, un par de tiendas donde comprar sedas y una parte interior más moderna de la ciudad a evitar a toda costa.
Recomendables los paseos en barca por el río atendiendo a la hora. De día, sol sofocante y de noche, nubes inmensas de todo tipo de insectos voladores.
Y por supuesto no dejéis de ver y disfrutar del espectáculo que proporcionan los jóvenes encargados de bañar, frotar y cepillar a los bueyes en el río. Algunos de ellos querrán practicar su inglés y responderán encantados a todo tipo de preguntas mientras los bueyes os miran con esa cara que ponemos todos de placer cuando alguien nos rasca la espalda.
También podéis animaros a jugar al cricket con cualquier pandilla que esté haciéndolo. Recibirán encantados a un extranjero en sus filas y os dedicarán sus mejores jugadas.
Por la noche las conversaciones más cultas y entretenidas las proporcionan grupos de ancianos que se sientan en los gath a charlar y a dar de comer a los perros callejeros.
Todo esto y mucho más hace de Varanasi-Benarés uno de los destinos más recomendables a mi parecer de este país. Sin duda.
Y si dudáis siempre os queda buscar lo que se anuncia en este cartel: píldoras sagradas para…vosotros decidís!!
